Para esta sesión, ni siquiera necesité que te desnudaras. Pronto te diste cuenta de que no llevaba bragas. Me habías escrito antes de la sesión sobre tu gran deseo de lamerme el coño. Entonces te expliqué que lo importante no era tu deseo, sino los deseos de tu Ama. Y tuviste que conformarte con lamer el culo de tu Ama, mientras ella animaba a tu lengua a buscar en su agujerito. Qué contento estabas de complacerla al final.
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