No se plantea quitarte tu jaula de castidad…

Sabes que tu polla es perfectamente inútil para mí. Tu lengua es, en el mejor de los casos, tu único órgano sexual conmigo y has fracasado estrepitosamente en hacer que me corra lamiendo mi coño, un raro privilegio que te había concedido. Me has dejado muy frustrada, toda lubricada. Veremos si con la ayuda de mi consolador eres capaz de follarme como es debido hasta hacer que me corra. Pero antes recibirás un castigo: una sesión de azotes que seguirá excitándome.

Señora Artemisa

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