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Luis lleva tanto tiempo fantaseando con venir a verme que me está escribiendo este relato:

Foto del escritor: domina-artemisadomina-artemisa

Actualizado: 5 dic 2022




1- UNA ENTREVISTA MUY DULCE


Accedió gentilmente la Señora Artemisa a que le presentara mis respetos y le rogara, postrado de rodillas, que me aceptara para estar a su servicio, bajo sus deseados pies. Dado mi absoluto desconocimiento práctico del tema y mis prejuicios, mi desconocimiento protocolario y, claro está, mi miedo, me concedió la oportunidad de una entrevista personal para completar un cuestionario de admisión en su presencia, sin llegar a sesionar, pero tributando igualmente por su preciado tiempo. La idea era tomar el te de las 5 en su calabozo.

Llegué a nuestro encuentro casi una hora antes. Por nada del mundo hubiera permitido llegar tarde. Y di un paseo por la zona para familiarizarme con el lugar. Llegado el momento, esperé un minuto delante de su puerta hasta que mi Catep Philippe marcó las 5 y toqué el timbre.

Tras escuchar los pasos de unos sugerentes tacones, la puerta se abrió. Nada más entrar y aunque desconozco los protocolos, me puse de rodillas para besar sus elegantes zapatos Louboutin de altísimo tacón con su clasica suela roja. Ideales. De una sensualidad desconcertante.

- Es suficiente - dijo tendiéndome la mano para que la besara

La seguí hasta la sala principal de su acogedor y perfectamente equipado calabozo. Un lugar muy erótico y pulcro, decorado con mucho gusto. Luego me pidió amablemente que abriera y dejara los pastelitos que había comprado en Mallorca sobre una mesa, dónde también había un elegante juego de té con una única taza, un cuestionario de admisión, un bolígrafo Mont Blanc y una campanilla de esas que se usaban cuando en las casas había servicio.

Su voz era envolvente. El perfume creo que Eau thé Vert, de Bulgari, impregnaba la sala. Me sentía desconcertado ante su sublime presencia. Ante su dolorosa voluptuosidad. Una mujer de bandera. Exsuberante, elegante, hermosa, poderosa. Un sueño hecho realidad. Las fotografías de su web no le hacían justicia ni por asomo. El fotografo se merecía, cuando menos, un cachete ¡Qué mujer! Estaba excitadisimo y lo que más deseaba en el mundo, en ese momento, era clavar mis rodillas en el suelo para venerarla.

- Ponte de rodillas - dijo con cordialidad - poco a poco irás aprendiendo el protocolo, si tus intenciones son honestas.

Habíamos acordado que en esa primera cita permanecería vestido. Sólo completaría un cuestionario protocolario porque no había sabido completar el de su web. Ella se sentó junto a la mesa en un sillón que parecía un trono, enfrente de mí. Cruzó las piernas y pude ver ligeramente que llevaba un liguero color beige de finísimo encaje y que también llevaba medias casi transparentes bajo un traje de chaqueta ceñido, beige también, que marcaba un cuerpo de autentica Diosa terrenal. La chaqueta era incapaz de contener tanta feminidad. Ella se dio cuenta de mi deseosa mirada y yo me asusté. Pero con una sonrisa encantadora se sirvió una taza de te y comenzó con la entrevista. Rompió el hielo con preguntas ligeras sobre el trabajo, etc. Luego empezó con preguntas sobre el fetichismo, donde yo pude explayarme porque me apasiona. Perfumes, pamelas, transparencias, corsés, disfraces, encajes y sobre todo tacones imposibles. Le dije lo mucho que deseaba adorar sus divinos pies. Cubrirlos de nata y fresas o de yogurt. A veces nos reíamos de mi loca devoción por los tacones altos y en una de esas sugestivas risotadas se le abrió un botón de su elegante chaqueta y pude percibir que el encaje de su sujetador, que tan sensualmente asomaba, era el mismo que el del ligero que ahora podía apreciar en su totalidad. Una irresistible Dama. Rebosaba estilo y enloquecedora hermosura. Su voz y sus gestos me tenían cautivado. Sus preguntas se hacían cada vez más ruborizantes y yo estaba cada vez más aturdido. Percibió que ya siempre contestaba "si, Señora", y de que había perdido totalmente el juicio y aprovecho, entonces, para empezar a hacer preguntas mucho más directas sobre La Femdom. Algunas tenían varias posibilidades de respuesta, a cada cual más embarazosa. Derrepente preguntó:

- ¿Qué opinas de la servidumbre?

- Me encantaría ser su criado, Señora. Me llenaría de gozo poder llevarle el desayuno a la cama o prepararle el baño con miel y pétalos de rosa y ser su asistente. Me encantaría adorar cada poro de su cuerpo. Estoy loco por usted, Señora.

Ella me miro con su maravillosa sonrisa y dijo:

- Uy, que goloso y que descarado.

- Además tengo dos cursos de masaje terapéutico-relajante. He traido los diplomas - me apresuré a decir

Ella me miro por encima de sus gafas, con el bolígrafo apoyado en sus labios perfectamente pintados de carmín y me dijo:

-¡Quiero verlos! Fui a levantarme para ir a recogerlos a mi cartera que había dejado junto a mis zapatos en la entrada, y ella me dijo: - ¡Ve de rodillas! Acostúmbrate. Luego miró los diplomas detenidamente y despues de algunas preguntas para verificar su validez, sonrió y dijo: -¡Me encanta! ¿y de pedicura y manicura no tienes un diploma? - Todavía no, Señora - dije yo. - ¿Y a qué estás esperando para hacerlo? La satisfacción que tenía de poder ser su masajista se evaporó con esa pregunta retórica. Aunque fue la siguiente pregunta la que me incomodó enormemente: - ¿El uniforme para servirme de qué color lo prefieres rosa o azul celeste? Me quedé blanco mirándola. Ella me miró fijamente a los ojos y añadió: -No hay más opciones. - Pero no me gustaría ser una sissymaid - dije con voz de protesta. - De momento sé que es así pero quiero tener esta información por si es necesaria en el futuro.- dijo ella con con autoridad. Entonces aprovecho mi total desconcierto para introducir, de forma muy natural, el tema de la castidad. - Para mi la castidad es una practica que me satisface y llena plenanmente - dijo- No tanto por su indudable utilidad en el proceso de adiestramiento del esclavo, como por el ejercicio de generosidad y confianza que supone para él. Por eso lo considero algo básico en mi estilo de ver La Femdom, siempre que las condiciones sociales del aspirante lo permitan ¿tienes algún impedimento que me impida regular tus orgasmos? - No. Señora. No estoy casado ni tengo novia y me encantaría guardar casttidad y que decida Usted sobre mis orgasmos. Llevo en castidad voluntaria 11 días, desde el día 4 - dije para corroborar mis palabras. - ¿Y te parece mucho o poco? - dijo ella - Me parece bastante, Señora. - ¿Y cuánto crees que serías capaz de aguantar por mi? - dijo cruzando las piernas y girandose para mostrarme su maravilloso muslo cubierto por el liguero. No sabía que decir. No quería quedarme corto y molestarla. - Dos semanas, Señora. - ¿Sólo dos semanas? - dijo arreglandose el pelo en la nuca con ambas manos y marcando su magnífica silueta. - Un, un, mes, Señora - dije tartamudeando. - ¿Y la prefieres con dispositivo o en su modalidad "palbra de honor"? - preguntó con una sonrisa lasciva. - Palabra de honor, por supuesto, Señora. Puede confiar en mi - dije complacido. - Muy bien - dijo ella - me gusta tu actitud y que quieras superarte. Todas las preguntas me enredaban de tal manera que acababa confesando lo inconfesable. Era un profundo interrogatorio de imposible salida. Hubo un momento en que se quitó uno de sus zapatos para masajear su pie, que quedó prácticamente desnudo ante mis ojos. ¡Cómo los deseaba! Una tentación irresistible de la que salí al escuchar su siguiente pregunta:

- ¿Cómo mascota, qué papel crees que es mas adecuado para ti, perrito faldero, poni desbocado, gatita en celo o cerdito glotón?

No me podía creer que me hiciera semejante pregunta ¡Madre mía! Estaba totalmente avergonzado, pero las siguientes preguntas no mejoraron mi aturdimiento y yo respondía a duras penas, incluso muchas veces respondía ella por mi con una pícara risita o me miraba para que yo dijera "sí, Señora" que era lo único que ya era capaz de decir, atrapado en sus redes como estaba. Mezclaba la sensualidad y la tiranía de forma magistral.

Estaba intentando ocultar la mancha de mi pantalón con mi camisa cuando dijo:

- Por telefono me dijiste que tu objetivo es agradarme. Que te gustaría pertenecerme y que te conceda el honor de uno de mis collares de propiedad.

- Sí, Señora. Se lo ruego.

- Me pareció muy ambicioso por tu parte, pero quiero preguntartelo ahora en persona ¿sigues teniendo ese sueño?¿quieres ganarte el privilegio de llevar un collar y ser de mi propiedad?

- Sí, Señora -rspondí acalorado.

- Antes de ponerte el collar de propiedad y que firmes el respectivo contrato, tendrás que superarte a ti mismo en cinco pasos que iran premiados con un plug hecho a medida para mis siervos. ¿Crees estar preparado para ello? - dijo cojiendo una bandeja de plata de una pequeña mesa donde había 5 plugs todos del mismo color rosa chicle y con el escudo e iniciales de la Señora Artemisa en el extremo exterior. Eran todos del mismo diseño, sólo variaba el tañano y la forma y estaban ordenados de menor a mayor. Se veían muy bonitos, aunque eso no era para mi.

Tomo el primero en sus manos. Era como un huevo de codorniz y me lo mostro mientras jugaba con él entre sus dedos de perfecta manicura francesa. Unas manos maravillosas.

- Como puedes ver están todos hechos a medida según mi estilo y personalidad. Esto es algo que me tomo muy en serio porque sé lo que disfrutan mis subditos con ellos. Lo que gozan llevándolos. El inmenso placer que sienten en cada memento del día. Es el primero que te concederé y tendrás que ganártelo y pagarlo, claro. Cuesta 50 euros.

El segundo era mayor que el primero pero de la misma forma. La parte exterior con las iniciales SA era igual que la del primero. Si habías llevado el primero, podías llevar este sin problemas, pero el precio era desorbitado. El tercero tenía forma alargada e iba aumentando ligeramente hasta llegar al tope. Quizá fuera un poco menos grueso que el segundo, pero era mucho más largo y el escudo exterior con las iniciales de la Señora era también un poquito más grande. Lo hagarró con su mano como si fuera a masturbar un pene y dijo:

- Este no cuesta nada. Es una recompensa que doy al aspirante para motivarlo.Pero todavía te falta mucho para llegar aquí - dijo con una cara de vicio que me asustó.

El cuarto era del tamaño y forma de un huevo de gallina y con el tope igual que el tercero. Impresionaba bastante. Era un señor plug. Me veía incapaz de llegar a ese nivel. El quinto tenía forma de falo con un enorme glande dede la mitad. El tope con las iniciales tenía el mismo diametro que los anteriores. Lo tomó en sus manos y paso el dedo indice por el glande de forma sensual mientras decía:

- Y este es el más caro porque va unido al collar de propiedad con una placa con tu nombre y un contrato de esclavitud. ¿tienes alguna pregunta?

Se hizo un silencio largo e incómodo pues yo me había quedado callado y la Señora Artemisa esperaba mi respuesta. No parecia impaciente, pero no podía retrasarme más en responder. La verdad es que podría intertarlo, y el nivel 1 era adsequible en precio y tamaño.

- El pequeño, Señora - dije ruborizandome.

Ella soltó una sonora carcajada y añadió:

- Claro que se empieza por el pequeño, y cuando llegues al quinto, al más grande, estarás preparado par recibir el collar que es lo que tu deseas ¿verdad? - dijo con amabilidad.

- Sí, Señora -contesté con la cara colorada y bajando la vista.

Ella me corrigió con autoridad: - Gracias, Señora.

- Gracias, Señora - repetí sumiso.

Desde ese momento las respuestas a sus preguntas sólo fueron "gracias, Señora". Me interrogó sobre el del spanking, el tease and denial que nos encantaba a ambos, los diferentes juegos de rol, todo fue apareciendo en el cuestionario hasta que me lo dio para que lo firmara:

- Supongo que no querrás leerlo de nuevo. Entonces basta con que completes tus datos y lo firmes.

- "Gracias Señora".

Entonces tomo un pastel, lo mordió y dijo :

-Ummm, este es de crema pastelera ¿te gusta?

-Si, Señora. Mucho -respondí expectante.

Entonces, con un elegante movimiento lo dejó caer al suelo al lado del sillón y lo aplastó con uno de sus adorables zapatos.

- ¡Límpialo, esclavo, y comienza por el suelo -dijo.

Creo que se me escapó algún gemido cuando después de limpiar la mayor parte que estaba en el suelo comencé con la suela del zapato del pie izquierdo. Cuando consideró que mi trabajo había terminado y tanto suela como suelo estaban absolutamente limpios me dijo:

- Es suficiente por hoy.

Acompáñame a la salida.

En la puerta hice el saludo protocolario hasta que la abrió conmigo todavía de rodillas. Entendí que ya era suficiente y me levante con la cabeza baja. Le di las gracias y al salir me dijo:

-Y recuerda que estás en régimen de castidad palabra de honor.

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1 Comment


luisnivet
Jan 13, 2023

Gracias, Señora Artemisa

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