Los sumisos de la Señora Artemisa suelen hacer un trabajito excelente...

La Señora les acoge. Después de entregarle su tribu, los conduce hasta mí. Los espero sin bragas, con la falda levantada, inclinada sobre el escritorio, mostrando mi culito. Saben que sólo verán mi trasero y no mi cara. Se agachan detrás de mí y me muestran la agilidad de sus lenguas, sus narices en mi culo. Después de haberme hecho correr, se van sin pedir nada más... la Senora los lleva de vuelta a la salida...

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