Soy una domina desde hace más de 10 años, desde que me di cuenta del poder que tenía sobre los hombres. Desde el primer momento, saben cuál es su sitio… a mis pies. Para mostrar su sumisión me besan los pies. Por supuesto, tienen derecho a desearme y a ponerse duros delante de mí. Pero lo que es seguro es que sus pollas no me servirán para nada. Su lengua será su único órgano sexual para mí. Y si se portan bien, y si tienen suerte, podrán lamerme el ano en vez de follarme. Los más afortunados a veces consiguen lamerme el coño a lo largo de las sesiones, pero ¡ojo! si no consiguen que me corra…
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