El cornudo, que se presenta como tal, nos cuenta su primera sesión conmigo:

"Es mi primera sesión. Estoy nervioso. Toco la puerta y me abre la Señora. Dos frases que ni recuerdo y me dice que me desnude. No tardo ni un segundo. Llevo un cinturón de castidad desde hace nueve días y pienso que me verá ridículo. Me hace ponerme de rodillas. Le digo que me sentiría más cómodo con una máscara.-Claro -. Veo en su cara una sonrisa entre "es lo suyo" y "pringao".Me coge de la cabeza y me la levanta. Me pone la máscara con firmeza. Me excito.Me hace besar sus zapatos mientras me dice cosas que me humillan. "Así que te pone duro..."; "Mírate, que poco..."; "Creo que hoy no te voy a soltar el cinturón"Me excito más. Me empieza a torturar los pezones. Me duele mucho y descubro que soy algo masoquista: empiezo a empalmarme, pero el cinturón lo impide. Ella lo nota y aumenta el dolor y los comentarios. Creo que le gusta. Para y se va a otro cuarto.-Ahora vas a ver lo que es bueno. Hoy empieza tu educación.Oigo remover cosas y vuelve. Me hace ponerme en posición y me dice: "Esto te va a doler. Aguántalo."Zas. Varazo. Fuerte. No me lo esperaba tanto. Zas varazo. Duele de verdad. Zas. Zas.Me da una paliza brutal. Cuando creo que no puedo más, sigue. Cambia de sitio y de intensidad. Para a ratos, justo cuando no puedo más. Hay dos momentos que le digo que, por favor, pare: "Calla y aguanta" y me da fuerte. Creo que en esos dos momentos disfrutó de verdad.Se ve que tiene experiencia y sabe empujar mi aguante. Descubro que los varazos, además de doler lo que no está escrito, sacan mi esencia de BDSM.Acabo temblando y exhausto. Me hace tumbar boca arriba, me quita el cinturón y me mea mientras me masturbo. No se me levanta y está todo lleno de líquido preseminal. Me pisa la cabeza y me humilla. Juega con mis pezones. Me empiezo a empalmar. No me quiero correr y me muero de ganas. Cedo y tengo un orgasmo brutal. Se descojona. Me deja un par de minutos descansar. Me levanto y me "mareo". Me tiemblan las piernas. Me ducho. Hablamos un poco y me voy. Los dos siguientes días no paro de masturbarme como un mono: fue vocacional, "cruel", doloroso y humillante. Mucho...y, a la vez, me sentí cuidado y guiado por alguien con experiencia. Me guardo alguna cosa más para mí :)"

La voz de a Señora Artemisa : Azotarte fue un verdadero placer para mí, sobre todo porque lo aguantaste tan bien, e incluso lo disfrutaste.